18 marzo, 2024
GUELATAO DE JUÁREZ, Oaxaca.- El sol se alzaba con timidez sobre el horizonte montañoso de Oaxaca de Juárez, como si dudara en despertar por completo a la ciudad que yacía entre valles y sierras. Era un día especial, uno de esos en los que el alma se siente impulsada a la exploración y el descubrimiento. Con ese espíritu aventurero, emprendí mi viaje desde el corazón de Oaxaca a Guelatao de Juárez, un recorrido marcado por la historia, la cultura y la belleza natural.
Mi primera parada me llevó a las calles de Santa Lucía del Camino, un municipio cercano a Oaxaca de Juárez, donde aguardaba un tesoro artístico: el mural dedicado a Benito Juárez. Este impresionante fresco, que se alzaba majestuoso en una de las plazas centrales, narraba la vida y el legado del ilustre presidente mexicano. Los colores vibrantes y las figuras imponentes me envolvieron en una atmósfera de reverencia y admiración por la historia de mi país.
Continué mi travesía hacia Guelatao de Juárez, pero antes de llegar a mi destino, el aroma tentador de la cocina oaxaqueña me detuvo en seco. El Restaurante Del Monte, un pequeño paraíso gastronómico en medio del camino, prometía satisfacer mi hambre con delicias regionales. Entre aromas de mole, tlayudas y tamales, me sumergí en un festín de sabores que despiertan todos mis sentidos, alimentando tanto mi cuerpo como mi espíritu viajero.
Finalmente, llegué a Guelatao de Juárez, un rincón encantador anidado en las montañas de la Sierra Norte de Oaxaca. Aquí, en este pueblo pintoresco y lleno de historia, se alza la modesta casa donde nació Benito Juárez, el héroe indígena que desafió las adversidades para convertirse en un símbolo de la lucha por la justicia y la libertad. La casa museo, cuidadosamente preservada, era más que un simple edificio de adobe; era un santuario que rendía homenaje a la grandeza de un hombre y su legado imperecedero.
Caminar por los mismos suelos que una vez pisó Juárez, contemplar los objetos que formaron parte de su vida cotidiana y escuchar las historias que se tejían en torno a su figura, fue un privilegio que me llenó de emoción y gratitud. En cada rincón de Guelatao de Juárez, sentí la presencia viva de un héroe nacional cuya valentía y determinación continúan inspirando a generaciones enteras.
Mi viaje llegaba a su fin, pero las impresiones y los recuerdos perdurarán en mi memoria mucho más allá del regreso a casa. En cada paso, en cada mirada y en cada bocado, había encontrado un pedacito de la riqueza cultural y la herencia histórica que hacen de Oaxaca un tesoro inigualable en el corazón de México. Con el alma enriquecida y el espíritu renovado, me despedí de Guelatao de Juárez, sabiendo que este viaje había sido solo el comienzo de una aventura que continuaría dejando huella en mi camino.
Conferencista, coach y consultor en comunicación.
Tiene Premio Nacional de Periodismo, Premio Trayectoria en Comunicación por el Senado de México, es Becario del Departamento de Estado en Estados Unidos.